Segundo Pérez López. Deán de la S.A.M.I. Catedral de Santiago

Con este título va a publicarse, dentro de unos días, un libro escrito, después de muchos años de investigación, obra del Canónigo de la Catedral Compostelana y responsable de la conservación del patrimonio catedralicio durante más de treinta años, don Alejandro Barral Iglesias, recientemente fallecido. Él esperaba, con una gran ilusión, poder presentarlo en el presente año. Lo haremos sin él pero teniéndolo muy presente.

Será una obra que no dejará indiferente a nadie ya que repasa todas las informaciones, textos y opiniones que se han publicado en torno al sepulcro, el edículo sepulcral, las excavaciones y propuestas de los más diversos autores que han terciado en el tema, de forma especial monseñor Guerra Campos.
Es un estudio muy oportuno dado que, tanto la sociedad civil como eclesiástica, han nombrado las comisiones pertinentes en orden a programar el Año Santo 2021.
Si queremos conservar la autenticidad de la peregrinación y los caminos el próximo Año Santo, ni el gobierno de la ciudad, ni el Gobierno de la Autonomía y, mucho menos, la Iglesia pueden diluir el tema de la meta: la Catedral y el Sepulcro Apostólico tienen que ser el objetivo y el verdadero lema para el año 21.

Progresivamente, desde mediados del siglo pasado, las autoridades e instituciones civiles se han apoderado de los Años Santos como pretexto para organizar festivales, conciertos, exposiciones, coloquios, y todo tipo de eventos. Y lo mismo se puede decir del Camino de Santiago. Trátese de itinerarios, antiguos o recientes, de la red de albergues, de las guías y otras facilidades para los peregrinos, de la “oferta cultural” a lo largo de los caminos, etc… Allí están gobiernos regionales, ayuntamientos, asociaciones, agencias de viajes, editoriales especializadas, y muchos otros. Todo ello es útil y necesario pero si perdemos la dimensión religiosa el éxito puede tener un fin no lejano.
Alrededor del Camino de Santiago se han creado innumerables supuestas «tradiciones» que, en realidad, de tradición no tienen nada y solo son producto de la costumbre de imitar las acciones más o menos ajenas a la peregrinación jacobea. Para que quede claro, lo único realmente tradicional es recorrer el Camino y, si me apuran, postrarse ante el sepulcro del Apóstol. Todo lo demás viene por añadidura.
Esto no ha parado y si no tomamos conciencia, especialmente los obispos de las diócesis por donde pasan los Caminos, éste se secularizará, y en cierta medida se vulgarizará el verdadero Camino de fe, convirtiéndose en un negocio lucrativo y vacío de contenido espiritual. Incluso muchas personas e instituciones que vienen a nosotros lo hacen con segundas intenciones. Buscan el “patrocinio” de algún canónigo o laico próximo a nosotros para hacer propuestas que buscan su buen rédito.
Bien sé que don Alejandro pensaba de esta forma y nos ha regalado su obra que, de alguna forma, sintetiza sus sueños, esperanzas y retos pastorales ante el Año Santo 2021.

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