Los peregrinos que desde antiguo atravesaban los caminos hacia Santiago de Compostela siempre encontraron en las iglesias acogida y sustento. También hoy, la voz evangélica que inspira la obra de misericordia «dar posada al peregrino» exhorta a las comunidades cristianas (parroquias, conventos, albergues) que se encuentran en el trazado de la ruta jacobea. Aun más, la procedencia de peregrinos de tantos países distintos convierte al camino en un fenómeno que no conoce límites geográficos y convoca así a voluntarios de muchas naciones en torno a él. La Catedral de Santiago, meta de la peregrinación, reúne anualmente a todos esos agentes cristianos que trabajan en la atención a los peregrinos con la celebración del Congreso Internacional de Acogida Cristiana en los Caminos.
Los pasados días 3,4 y 5 de Noviembre se celebró la V edición de este congreso, con tres jornadas que se desarrollaron en un clima de profunda complicidad entre los participantes. No en vano su espíritu de servicio y ardor evangelizador se vieron fortalecidos un año más durante esta experiencia que propicia el compartir tantas ilusiones.
«El camino de Santiago nuevo atrio de los gentiles» fue el lema con el que la fundación Acogida Cristiana en los Caminos enunció este V Congreso que fue inaugurado por Don Julián Barrio, Arzobispo de Santiago. En la ponencia que el prelado compostelano pronunció, expresó su deseo de que la plaza del Obradoiro sea el atrio de los gentiles, el lugar simbólico donde creyentes y no creyentes reencuentren el camino del diálogo. Las palabras de Barrio alertaron de que cuanto más rápido camina la humanidad, mayor es la necesidad de unos cimientos fuertes, y Santiago, como lugar de peregrinación, responde a esa necesidad antropológica.
El programa del congreso ofreció a sus participantes contenidos de diversa naturaleza, cuyo común denominador giró en torno a la acogida cristiana a los peregrinos. De esta forma hubo ocasión para ponencias de gran calado pastoral, como la mencionada de Monseñor Barrio o también la que su colega en el episcopado, el Arzobispo de Pamplona, Don Francisco Pérez, quien abordó el Camino de Santiago como experiencia de encuentro o reencuentro con la fe. Pérez, que pastorea una diócesis tan emblemática para el camino, es conocedor de la dimensión espiritual que el camino entraña. Por esa razón las vivencias personales con peregrinos ilustraron su discurso que se articuló a partir del relato evangélico de los discípulos de Emaús, (nos hablaba mientras íbamos de camino).
Otras intervenciones abundaron en el conocimiento histórico y cultural del fenómeno jacobeo. Por ejemplo la que pronunció el Dean de la Catedral, Don Segundo Pérez acerca de la relación entre los Papas y la peregrinación. Tras hacer un repaso desde la época de Calixto II, el Dean evocó los imborrables recuerdos que la presencia de San Juan Pablo II y Benedicto XVI dejaron para la historia de Santiago. Por su parte el canónigo Don José Fernández Lago desentrañó la figura del Apóstol Santiago conforme a las referencias bíblicas y la profesora de la Universidad de Santiago Marta Cendón expuso la potencialidad evangelizadora que posee el arte, sumando así una visión catequética del patrimonio.
El congreso tuvo cierto tono reivindicativo cuando distintos ponentes pusieron encima de la mesa algunas ideas. Como por ejemplo la conveniencia de que las iglesias del camino permanezcan abiertas o la creación de foros cristianos dirigidos a los peregrinos en sus diócesis de residencia que les ayude a desarrollar la experiencia de fe vivida en el seno de la
Iglesia. Aspectos estos dos suscritos ampliamente en los turnos de comentarios abiertos después de cada ponencia.
No faltaron las exposiciones de carácter práctico para el día a día de los acogedores cristianos. Una de las que más interés suscitó fue la que el profesor Carlos Gómez Iglesias (del Instituto Teológico Compostelano) pronunció bajo el título «Pautas para el diálogo pastoral en el camino». En su discurso dibujó las posibilidades que para anunciar el Evangelio pueden darse en el contexto del camino, en forma de diálogos que puedan surgir precisamente entre el peregrino y el que los acoge.
Las mesas redondas supusieron tal vez la participación más amena del congreso. En ellas se pudieron escuchar a religiosas de distintas congregaciones narrar las experiencias en su ingente labor de acoger a los peregrinos, también a sacerdotes que destacaron la dimensión penitencial que el camino aún hoy tiene y como para muchos peregrinos es una ocasión para dejarse perdonar por Dios en el sacramento de la reconciliación.
Los agentes del camino, tras despedirse emocionados, regresaron a casa al finalizar este V congreso. Pero así como los Apóstoles fueron enviados por el Señor a Evangelizar, los voluntarios del camino marcharon con el ánimo renovado para proseguir la hermosa labor de acoger en el nombre de Jesús a los peregrinos. Volvieron más convencidos aún de que una palabra de ánimo o una sola sonrisa alienta a los que peregrinan en su camino hacia el Obradoiro, atrio de los gentiles en el que el Apóstol Santiago les aguarda para testimoniar, como lo hizo con su sangre, a Jesús, el Señor.